Espacios públicos y urbanos, interiores delimitados y contenidos entre muros, cuyo diálogo con el entorno hacen de la arquitectura un relato continuo y visible.

Desponjándola de la frialdad y la rigidez que la ha determinado a lo largo de la historia, el autor trata de mostrar la existencia de otra manera de observar lo que durante años se ha enmarcado en un cuadro de hieratismo e impasibilidad.

Predominando el documento frente a la presencia del propio sujeto nos encontramos ante “La ciudad invisible”, donde las urbes quedan identificadas mediante obras emblemáticas y lugares comunes, haciendo del territorio un espacio reconocible. Además, manifiesta una visión aséptica y distanciada de lo que se conoce como fotografía por encargo, separándola así de la marcada concepción de la imagen austera y carente.

El cambio hacia una etapa más interpretativa y emocional queda insinuada en “Inacabados”, donde a través de la iluminación natural y de las texturas, se revelan los silencios de la arquitectura más desnuda.

A medida que avanza entre los vacíos de los espacios captura el nacimiento de la funcionalidad de los edificios, vislumbrando así, el cometido principal para el que fueron esbozados desde un primer momento.

Condicionado por espacios acotados debido a la predominante presencia periférica, acentúa aquellas construcciones que son capaces de adaptarse a la orilla, al limite del entorno, así como las edificaciones cuya fuerza arquitectónica sobrepasa el tiempo y su continuo devenir.

A través de una visión más global, plantea la relación que se establece entre la construcción y el entorno, quedando presente su capacidad para mimetizarse con él o sobresalir por encima de este, mostrando a su vez, la cara más amable de una arquitectura, en la que la perplejidad no esta centrada en la desorbitante verticalidad sino en la sorprendente adaptabilidad.

Estefanía Martínez Bruna